miércoles, 10 de enero de 2007

Conjurus interruptus

Sobre el carácter transaccional de los hechizos en el cine

La bruja invoca los poderes del Mismísimo, del Rayo y el Trueno, mezcla colas de ratas, veneno de serpiente, alas de murciélago y sangre de chivo para entregarle un niño que será el próximo Anticristo.

En eso aparece el protagonista con una varita mágica hecha de rama de paraíso y le acierta un rayo azul eléctrico en el medio de los ojos que la deja medio tuerta, hace que se tropiece con el altar y se le caiga el libro de conjuros para luego explotar mientras lanza un grito de odio. El niño sigue ahí pancho de la vida, mirando a la cámara y sonriendo.

Siempre me pregunté por qué las víctimas nunca presentan vestigios del hechizo a medio completar. Por qué no les queda una pata de cabra, una colita roja o un cuerno de demonio?

Me parece que los directores de cine saben demasiada Programación.

2 comentarios:

AGP dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sugus dijo...

AGP, no te sientas sola!!!
Pasa que nuestro psicópata favorito ha olvidado que se debe a su público!
Tux ¿que fuiste a ver? Harry Potter?