lunes, 27 de junio de 2005

El complot del correo

(Texto compuesto on-the-flight, basado en una vieja historia de Yamamoto.)

Hace mucho tiempo y en un lugar muy lejano, percibí con sorprendente claridad un complot organizado por los señores del correo, sostenido por el paso del tiempo y la distancia. El servicio postal desafía todas las leyes de la física y une el "hoy" y "acá" del que escribe con el "ayer" y "allá" del que lee.

Las cartas llegan siempre demasiado tarde y conteniendo noticias desactualizadas o anuncios de eventos futuros que ya sucedieron. Es difícil ubicarse en el pasado al leer ciertos textos y hasta es probable que el remitente haya cambiado de opinión sobre ciertas ideas mientras la carta recorría el mundo. Así uno termina formandose ideas equivocadas o incompletas del mundo.

El timbre despertó a Yamamoto. Dormido como estaba, tardó en reaccionar. De pronto, un golpe en la puerta le indicó que debía apurarse. Al abrir, un hombre con gorrita y un bolso lo esperaba con una sonrisa y un sobre en la mano.

Firmó una planilla sin prestar demasiada atención y regresó al interior con prisa. Era una carta de ella. La abrió y adentró una hoja rezaba con letras desteñida "te quiero".

Yamamoto dejó la carta fechada ocho meses atrás sobre la mesa y lloró amargamente en un sillón.

viernes, 24 de junio de 2005

De viaje otra vez!

Esta tarde me voy a Kentucky por segunda vez en este año! Me emocioné mucho al releer esto. Ya me había olvidado de que a veces puedo mostrar cierta sensibilidad.

Este post es muy cortito, pero alcanza para decirles que voy a estar recolectando material de ese que me sacude el corazón, para deleitarlos en una próxima oportunidad con más de estas pavadas.

Espero que hayan llegado las flores que mandé. Después de todo, detrás de este psicópata hay un caballero a punto de desaparecer...

lunes, 20 de junio de 2005

Por noches de boliche más cortas

Aquellos acostumbrados a regresar a sus hogares con el sol ya despuntado tras una noche de parranda, puede espantarse en el primer mundo cuando los boliches cierran a las 2 de la mañana. Los más extremistas quizás lleguen a creer que no se puede tener un estado de derecho y un pueblo que se divierta al mismo tiempo. Sin embargo, hay muhos elementos que nos ayudan a sostener lo contrario.

En primer lugar, hay menos tiempo para emborracharse. El consecuente ahorro de dinero (de tragos y Sertal) permite acceder a bienes materiales tales como ropa, automóviles, casas y, en el caso de ciudades costeras como Boston, yates. ¡Qué mejor que ejercer el hedonismo y sentirse un Playboy tanto como uno lo desee!

Al día siguiente, la resaca es despreciable. Aquellos que cuentan muchas penas pueden llegar a creer que la ingesta alcohólica no será suficiente al disponer de poco tiempo pero, como ya debiera inituir el lector, la tristeza y la angustia no existen en el primer mundo. Hasta se puede reducir el consumo de psicotrópicos!

Los accidentes automovilísticos provocados por borrachos desaparecen inmediatamente. De esta manera, uno se salva del hastío que producen los noticieros enumerando las víctimas del fin de semana. Incluso, se podría discutir que se reduce la tala indiscriminada de bosques para hacer papel de periódicos, aunque más no sea a largo plazo.

Al ser más breves estos encuentros sociales, los levantes en el bailongo están asegurados por el escaso tiempo del que disponen las señoritas para ejercer resistencia y la disposición de metálico (recordar la sabia frase "billetera mata galán"). Así, no es inusual que uno termine en zaguanes aledaños dando rienda suelta a los embates amatorios por temor de las muchachas a quedarse sin transporte.

Es evidente entonces que si los locales de diversión nocturna sólo funcionan de 11 pm a 02 am, la vida de la gente es mucho más fácil. Por lo tanto, así como en otra oportunidad los convoqué a apoyar la moción que favoreciera la inclusión del lomo sin verduras como parte del menú , hoy los insto a que juntemos firmas aquí por noches de boliche más cortas y desamores mucho más llevaderos.

sábado, 18 de junio de 2005

El lavado de dinero

Y llegó el día en que hubo que visitar el lavadero porque empezaron a escasear los boxers...

Después de consultar a una señorita que atendía en Stop & Shop, encontramos la lavandería automática a escasas cuadras de donde vivimos.

Cuando digo que la lavandería es automática, quiero decir que no es atendida por personas: es un autoservicio de lavado de ropa. Verán que es una idea tan perfecta como un giróscopo o un ecosistema en equilibrio.

El lavarropas funciona con quarters. Dependiendo del tamaño de dicha máquina, es la cantidad de monedas que debemos introducir. Como nos manejamos con tarjeta de crédito, no teníamos suficiente cambio para que cada uno pudiera lavar su ropa. No dispuesto a seguir luciendo mi boxer de leopardo, busqué a mi alrededor alguna manera de salir del aprieto.

Al fondo del local, había una máquina en la cual uno introducía un billete y retornaba tantas monedas de 25 centavos como correspondiera según su denominación. Y así es que, con un par de dólares cada uno, emergimos del apuro.

Uno se puede preguntar de dónde proviene el caudal de monedas que hay en esa máquina. Como es de esperarse, son las que los clientes dejan en los lavarropas. Pero he aquí un detalle interesante: las monedas son trasladadas mecánicamente, sin asistencia humana, por una cinta transportadora que corre bajo el piso del lavadero.

Eventualmente, uno podría suponer que el depósito de billetes se llena y viene alguna persona a recogerlo. Sin embargo, esto no sucede: detrás de ese artificio de Mandinga hay un cajero autómatico del cual la gente retira el dinero con el cual paga el lavado de ropa.

Como notarán los lectores, se trata de un circuito cerrado que se autoabastece. Este es el famoso lavado de dinero.

viernes, 17 de junio de 2005

Nada puede salir mal

Junto a un par de compañeros, el martes 07 llegamos a Southborough, Massachusetts. Estaremos acá casi 2 meses y creo que es mucho tiempo sin escribir en mi blog...

Como en ocasiones anteriores, al visitar este país uno no puede menos que sorprenderse de la prolijidad con que todo sucede:
  • los automovilistas frenan en cada esquina sin obstruir las sendas peatonales,
  • los choferes de taxi ceden el paso y la gente no hace un gestito de gracias: es lógico que así suceda,
  • en cada carril hay un cartel que indica donde se puede girar,
  • el semáforo para peatones muestra cuánto tiempo queda para cruzar,
  • los programas de televisión empiezan en su horario,
  • el correo se entrega todas las mañanas sin demoras,
  • los baños de los lugares públicos están limpios y
  • la mayoría de las mujeres son rubias.
Llevo casi 2 años de terapia tratando de superar, entre otras cosas, mis conductas obsesivas y estrés postraumático y debo reconocer que en un lugar así se hace muy difícil...

El sábado pasado bajé en el ascensor con una mujer estaodunidense (ahórrese el lector el apelativo de yankee, que aplica casi estrictamente a los habitantes de New York). Dada mi excesiva sociabilidad en ciertos ambientes charlamos sobre qué hacía cada uno en el Sheraton...

Ella me contó que venía a una casamiento y que la noche anterior habían estado practicando cómo sería la entrada a la iglesia y al salón de fiestas. Se me ocurrieron algunas preguntas que no pude hacerle ¿usará la novia el vestido de bodas? ¿participará el novio de esa práctica? ¿tendrán esas supersticiones de nuestra tierra? ¿es que no hay lugar para la improvisación?

Si bien este tipo de prácticas son comunes, la noche anterior había estado pensando que está todo diseñado para que nada salga mal... A pesar de que la Segunda Ley de la Termodinámica insista con que la entropía aumenta con el tiempo!

Hay algunos autores que sostienen que los grupos tienden a ordenarse. Yo me imagino un día en que caminen todos juntos con sus miradas vacías marchando hacia un mismo infierno. Allí los espera Satanás vestido de cajero de Wal-Mart con los brazos abiertos, las llamas no queman y los íncubos llegan tarde para darles su merecido.